Aunque el título de este artículo puede parecer provocador, en el contexto de lo que voy a hablar imbécil es la palabra más adecuada si examinamos su etimología. Imbécil viene de la palabra latina imbecillus, que más tarde pasó a ser imbecillis. Significa “el que necesita bastón”, aunque los romanos al parecer también la aplicaban a aquellos débiles de espíritu que necesitan de otras personas para guiarles. Es esta última acepción la que voy a usar en este artículo para explicar como no ser un imbécil.
El mundo de hoy está lleno de imbéciles. Gente que es absolutamente del PP o del PSOE, de Greenpeace o anti-nuclear, favorable a Israel o a Palestina, de Linux o de Windows o de Mac (o anti-linux, anti-windows o anti-mac). En muchas ocasiones, por no decir la mayoría, si uno habla con ellos y les pregunta porqué ese seguidismo, responden con vaguedades como “porque es el partido de los trabajadores”, “porque es software libre”, “porque estamos arruinando el mundo”, sin saber casi nunca ser más específicos o tener un conocimiento más profundo de las ideas y sobre todo los actos de sus organizaciones o productos guía, sus gurús.
Hay una minoría de no-imbéciles que si parece tener una opinión clara a favor o en contra de algo tras haber estudiado con sentido crítico todo lo que rodea a ese algo, no sólo los hechos o personas que están a favor, sino también en contra (independiéntemente de la intensidad con la que estén a favor o en contra). Y justamente por eso no son imbéciles
Nótese que aquí no meto los temas deportivos, estético-culturales o los productos de entretenimiento. Los deportes, al igual que los productos de entretenimiento, existen para que tomemos partido irracionalmente por un equipo, disfrutemos viéndolo ganar o suframos viéndolo perder. No se es imbécil por preferir Star Wars a Star Trek (los trekkies no estarían de acuerdo, supongo) o por “ser” del Real Madrid en lugar del Barça. Lo imbécil en este caso sería pretender lo contrario. Con los productos culturales que afectan a nuestro sentido de la estética sin mayor utilidad, como la pintura, la escultura o la música, tampoco se es un imbécil porque a uno le guste algo o deteste otra cosa, ya que al igual que con los deportes, esas elecciones no suelen venir dadas por la racionalidad, ni tampoco afectan demasiado a la vida. De nuevo, el imbécil es el que pretende que a uno que no le gusta el arte contemporáneo, pongamos por ejemplo una mierda metida en una lata (sí, existe) intente forzar a los demás a que lo entiendan. El arte o la música no se entienden, te gusta o no te gusta, punto.
La clave para no ser un imbécil es sencilla: aunque tengamos una opinión formada sobre algo, especialmente temas que puedan afectar (aunque sea potencialmente) a nuestras vidas y las de los que vengan detrás, siempre hay que hablar y leer a gente con otros puntos de vista. Ésto es muy fácil de hacer hoy en día, gracias a Internet, y puede expresarse como una lista de máximas:
Lee a los llamados líderes de opinión, pero que que tu opinión no se forme automáticamente como una copia de la suya. Se tu propio lider de opinión. Yo leo las columnas semanales de Arturo Perez-Reverte. Estoy de acuerdo en lo que dice casi siempre, pero en ocasiones (pocas) no estoy de acuerdo o estoy totalmente en desacuerdo, y no por ello me siento ofendido o traicionado ni dejo de leerlo. En contraposición, también leo a veces a Salvador Sostres, un tipo al que considero que es al mismo tiempo lider de opinión e imbécil (está totalmente cegado y no ve más allá de cierta definición estrechísima de la vida), y sin embargo a veces he estado de acuerdo con lo que dice en algún artículo o me ha dado una información sobre algo que no he podido obtener en otro lado.
Hay que leer o al menos ojear periódicos con sesgos muy distintos como El País, El Mundo, ABC, y también (o especialmente también) periódicos más radicales como Libertad Digital, Intereconomía, El Plural o Público. Aunque alguno nos de nauseas. Hay que escuchar a Luis del Olmo y Jimenez los Santos. No hay que creerse en ningún caso que los periódicos informan sin intentar manipular, la gracia está en ver como cada cual intenta manipular las noticias hacia su campo, como el planteamiento de una pregunta a un entrevistado enfoca ya la opinión del entrevistador, las omisiones o exageraciones que hacen unos y otros al cubrir una noticia.
Buscar siempre lo políticamente correcto es un camino directo hacia la imbecilidad.
Instala Windows, úsalo un mes, instala Mac, úsalo un mes, instala Linux, úsalo un mes (si instalas Linux, prueba varias distribuciones) . Decide cual te gusta más y porque. Si odias Linux o Mac o el iPhone o la Wii sin haberlos usado nunca, lo siento, eres imbécil.
Hay que leer argumentos de científicos que defiendan que nos estamos cargando el planeta debido a un calentamiento global causado por el hombre, pero también, y quizás con más ahínco, la de científicos que no piensan que exista un calentamiento global o que no esté causado por el hombre. Si tienes la capacidad para ello, lee algunos papers de ambos campos. Escucha también los argumentos de nucleares y antinucleares. Si los medios dan más espacio (o sólo dan espacio) a cierta opinión, como en el caso del calentamiento global, compénsalo gastando más tiempo en leer a la opinión contraria.
Cuando en los medios y imbecilado general (imbecilado general = comunidad que agrupa a todos los imbéciles) tengan una opinión única e indiscutible sobre algún tema, desconfía y desconfía con todas tus fuerzas, busca opiniones alternativas.
Cuando surja una noticia nueva sobre algo en lo que no estés muy informado (el estallido de una nueva guerra o revolución en otro país, huelga de controladores aéreos o conductores de autobús, etc), espera un tiempo para indagar